miércoles, 31 de agosto de 2016

Se oficializa el golpe de Estado en Brasil

Con una votación de 61 senadores a favor de la destitucion, 20 en contra y ninguna abstención, de esa forma queda inhabilitada para terminar su periodo para el cual fuera elegida la presidenta Dilma Rousseff en Brasil.Después de 4 meses de crispación política y de la gente salir a protestar en las calles ya por fin se anuncia de manera oficial la destitucion de Dilma en una asamblea senatorial presidida por su presidente titular, Ricardo Lewandowski. Para muchos analistas y en  esa lista nos inscribimos nosotros, el resultado de este miércoles no fue sino la crónica de un veredicto anunciado, ya que los sectores de la derecha brasileña
son mayoría en la cámara y de ellos dependía si Dilma se quedaría o no como presidenta.
Desde el primer momento que se presentó la crisis en Brasil, nosotros tuvimos una opinión objetiva que no nos permitía enajenarse del mismo a través de juicios emotivos y parcializados, de ahí que reconocieramos que en los 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores, en Brasil hubo corrupción y un debilitamiento en los niveles de institucionalidad, pero que de ahí llegar a la destitucion de la presidenta, ello constituye un exabrupto. Y si usted quiere comprobar lo desafortunado del juicio a Dilma, solo observe el ¨delito¨ por el cual se le acusó y se le sometió, el mismo es el de ¨responsabilidad fiscal¨ al emitir tres decretos que exigieron el adelanto de cuantiosos recursos procedentes de préstamos que sirvieron para maquillar un déficit real de ejercicio contable del 2015. Ya otros presidentes en el Brasil habían procedidos de igual forma y a nadie se le ocurrió llevarlos al banquillo de los acusados por esa acción.  

 Esa derecha brasileña estuvo maquinando desde el primer momento que asumió el poder el PT y que para ese entonces postula al ex presidente Lula. Jamás le resultó simpático al sector reaccionario de la oligarquía brasileña que un simple obrero metalúrgico pudiera ser el que presidiera a la sexta economía del mundo.Tampoco le resultaba simpático que más de 40 millones de brasileños pudieron salir de la pobreza gracias a los programas de inclusión social implementados por Lula y que luego fueron continuados por la presidenta Dilma Roussef. Pero además en todo este juicio salieron a relucir otros elementos como el de la deslealtad política expresada en la actitud que asumió el actual presidente de facto,  Michel Temer, quien fuera aliado político de Dilma y que luego se prestó para el montaje de esa comedia que hoy termina con la destitucion de Dilma, y que sin lugar a dudas representa un duro golpe a la democracia y a la vida institucional de toda América.

Si porque en todo este proceso quien más salió perdiendo es el aún frágil y joven proceso democrático de nuestra américa latina. Y pierde la democracia porque no es legítimo que 54 millones de brasileños hayan votado por Dilma y que un reducido puñado de políticos autócratas  se hayan abrogado el derecho de sustituir ese resultado a través del uso de la argucia política y el engaño disfrazado de legalidad. Pero además hay un hecho aún mucho más lamentable y es que nunca se escucharon las voces de aquellos legalistas prodemocracia, que poco le importó lo que durante 4 meses se venía dando en Brasil, con un juicio que a todas luces dejaba entre ver que se trataba de toda una gran componenda, donde hay involucrados diversos sectores, tanto internos como externos, y claro por qué no decirlo, el interés de Estados Unidos de querer matar dos pájaros de un tiro. Por un lado se quitaba de encima a esos necios de ideas izquierdistas, y por el otro comenzar de inmediato un proceso de revertir lo que se había hecho con anterioridad, es decir, volver a reestablecer el neoliberalismo.
     Con la consumación del golpe de Estado en Brasil, se le da formalmente inicio a una nueva época de de golpes de Estado, pero esta vez revestidos de legalidad en algunos casos, y en otros ha de acudirse a la violencia si es que el caso lo amerita, y pensamos de inmediato en Venezuela. Estados Unidos no se resigna a perder su hegemonía en lo que ellos mismos suelen llamar su patio trasero. Ya ha quedado resueltamente demostrado que para Estados Unidos es mucho mas importante preservar los privilegios que rodean sus intereses, que poner a rodar con efectividad, el carro de la democracia, sin importar el signo ideológico de quienes conducen el carro.

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